sábado, 4 de enero de 2014

Primera parte

Escenario: Sala vacía con varias filas de computadoras apagadas. Las luces neón producen un sonido como si varios mosquitos enloquecidos permanecieran dentro de los tubos que encierran el gas. Se escuchan las teclas de dos almas solitarias que pierden un sábado en la noche. El hombre gordo podría estar jugando con sus hijos. La mujer con cabello ensortijado tiene una cita a las 10:00 duda si llegará a tiempo. El anciano del fondo no habla, es amable con todos y se pierde en sus recuerdos, quizá en la venta ilegal de piezas arqueológicas que un día confesó a cierto estudiante de Literatura.

Hombre gordo: (Tose, se limpia con la manga de la chumpa de cuero) ¿Alguien pedirá algo para comer?

Colocha: (juega tetris en su vieja máquina -un modelo tan antiguo que debe golpearlo para que no se pierda la imagen) No, gracias. (Se frota el estómago. Exclama) ¡Fin de año!

El anciano no habla, se levanta de su asiento, se arregla el cabello y busca algo dentro de una de las bolsas de su suéter de punto. Un regalo de Navidad, contó cinco minutos antes de enloquecer...